miércoles, 16 de abril de 2008

Lienzo y Pincel



Me duelen los pies de tanto andar por mis sueños y me arden los ojos de luchar con la luz mañanera.

Despues de unos minutos logros desentumar mi columna vertebral y dejo correr el agua por mi cuerpo para afianzar que es un nuevo día, ¡y sí que fue nuevo para mí!.

Realizo unos cuantos deberes para ganarme una sonrisa del ser que me permitió estar aquí y poder escribirles a ustedes. Luego disfrazo mi cuerpo con revestimientos de algodón y lycra, tomo mi bicicleta y en la puerta me espera impacientemente Romeo; tras un momento de discusión sobre sobre la ruta de este domingo, decidimos Moca, y emprendimos nuestro ritual de pedalear hasta el objetivo.

De regreso de nuestra aventura decido quedarme un rato en casa de tía, mientras Romeo continúa en su carrosa de dos ruedas hasta su palacio.

Entro y saludo:
- ¡Hey Julio, dime! , ¿Y Aida? –Pregunto
- Cruzó a l Frente acomprar unos plátanos – Responde

Tomo mi bicicleta y decido emprender la búsqueda de mi tía..., luego de unos cuantos pedalazos y saludar algunos transeúntes solo por cortesía; observo aquel despliegue de arte y mis pies ni podían moverse, me fricé y desde la calle contemplé como el pincel acariciaba el lienzo y el lienzo enamoraba a la mujer que se atrevía a plasmar su fuerza y pasión sobre él. Era un triálogo y solo ellos conocían y comprendían su lenguaje.

La mujer entraba y salía de vez en cuando y yo seguía cual estatua, sin moverse, estaba como hipnotizada al ver aquello.

Miré hacia atrás y ví aquel hombre, un poco mayor, de pelo largo y grisáseo, un hippie a mi entender; caminaba hacia mí...

- ¿Parece que le gusta pintar? –me pregunta
- No, creo que eso no se hizo para mí, nisiquiera las florecitas en los cuadernos me quedan bien. – Contesto
-¿Tiene tiempo observando?
- Un poco, la verdad es que me gusta ver a los demás expresar su arte y más si es una maestra como bede ser esa mujer, porque mírela ¡es una dura!.
- ¡Ja! Maestra... maestro Yoryi Morel, con el carboncillo hacía maravillas y luego con el óleo, el oficio de pintor.
-¿La Conoce? –Pregunto -¿Conoce a esa mujer?.
-Se llama Ylonka.

En ese momento estaba tan adentrada en aquella pintura y en quien la estaba concibiendo, que un nombre no muy impactante y poco particular, me pareció perfecto para completar el sortilegio que envolvía a aquella mujer, el lienzo y el pincel.

Este humilde escrito nació de aquel lienzo, aquel pincel y por supuesto la artísta... Ylonka Morel

Las Máscaras



Las máscaras no son sólo aquellas obras de arte que utilizamos en una fiesta o en carnaval, hay quienes se pasan la vida entera, detras de una máscara, sin atreverse a desmostrar quienes son. Existen personas que viven para agradarles a quienes habitan a su alrededor y mueren si saberse agradar a sí mismos. Por ello, se convierten en bufones de la sociedad, en martires de su propia conciencia.

Este pequeño escrito nació cuando descubrí la soledad que habita en quienes se esconden tras las malditas máscaras de la avaricia, de la hipcresía y el desengaño.

No me gustan las máscaras, aunque se presenten frente a mí las más bellas; no conocen de alegrías ni de lágrimas, no sienten la dúlzura de un beso ni el dolor de una bofetada.

Muchas veces ocultan sus pesares y muestran la sutileza de una mirada. Ocultan la transparencia de una sonrisa y eligen ser portadoras de sortilegios de amor.

Son camuflajes de los sentimientos, poseedoras de la verdad y administradoras de las falcedad. Suelen ser instrumentos de medidas utilizadas para dimensionar la hipocresía. Aprovechandose de su hermosura fictisia, para subir a la cúspide de la montaña de las mentiras, donde sólo aquellos llenos de artimañas y de corazón malévolo, logran subir.

No sienten miedo miedo ante la soledad, pues saben que su destino es naufragar en ella.
Eligen tener otra identidad, para agradarle a su minúsculo grupo de falsos amigos; dejando atrás su verdadera alma, su verdadero espíritu.

En un mundo donde la apariencia posee la corona de la victoria... me pierdo entre tanta hipocresía.

martes, 1 de abril de 2008

Escriba Usted El Título Adecuado

Perdón, si quizás este texto este lleno de inconsecuencias, fruto de un dejavu que alguna vez tuvo su suscriptora, ocasionado, talvez, por los trastornos de memoria que la misma podría padecer.

Rebeldía, orgullo, compasión, humildad, fantasía… devoción; palabras que definían a todas y en momentos, tan solo a una.

En instantes éramos diferentes, y a ratos éramos iguales, éramos.

Muchos quisieron; muchos intentaron; muchos, incluso, lo eligieron… pero no lo concretaron, porque no era cuestión de voluntad, sino de esencia…
La sencillez de una te hacia perder en su alma. La locura siempre hacia acto de presencia con las múltiples facetas de ella. La fe de la otra, quizás no podía mover una montaña, pero te hacia estremecer el corazón. La picardía y la niñez nunca se separan del ser humano, y ahí estaba el ejemplo perfecto. Cuando la realidad te golpea, empiezas a fabricar fantasías, que luego se convierten en tu mundo, para ella, esa siempre fue su morada. Rebélate si el mundo es pequeño para tus ideas, siempre hubo un espacio muy estrecho y grandes ideas para su rebeldía. Su espíritu paso de una condena liberal a una libertad encadenada, pero aun así, era nuestra.

Cada una y sus particularidades era merecedora de estar ahí, de formar parte, de ser el principio y el final.

… y él, bueno, él jamás se puede quedar, era el único, el centro, el equilibrio.

El resultado de todo:… “La Mezcla Perfecta”…

Alguna vez tuve la oportunidad de que un buen amigo me dijese esta frase: “Olvidamos las pequeñas alegrías por lograr una gran felicidad”

Talvez sea esta la causa de la amnesia anterógrada, quizás parcial, que nos afecta desde el 09 de septiembre del 2006 hasta hoy día.

O puede que me equivoque, y sea el presente que hemos elegido que nos ha hecho tener flashes de olvido de lo que una vez nos hizo feliz, ¿y por que no?, también de lo que nos hizo llorar, pero al final, el sello de la victoria estaba marcado, indeleble, en nuestros rostros, en nuestras miradas.

Cada cual ha ido en busca de la gran felicidad, ha iniciado una batalla, en escenarios distintos y con distintos oponentes, pero luchando incesantemente, siempre por un mismo fin.

Se dice que los seres humanos siempre queremos que duren las cosas buenas, por eso dejamos de disfrutarlas para hacerlas eternas.

Creo que en nuestro caso quebramos el molde, porque disfrutamos al máximo lo que creamos, hicimos leyenda… y parafraseando a Shakespeare:

“Lo volvimos eterno mientras duró”