lunes, 8 de septiembre de 2008

Mar Adentro



Me invade la ira, esa que es capaz de asfixiar la libertad; una libertad que engrandece al maestro de los sentimientos: el amor. Y esta ira no es más que un celo encubierto, disfrazando aquello que me quema por dentro; la impotencia de un mudo, porque no puedo hablar, aún si tengo los labios abiertos y las palabras precisas para ahogar tu suspiro.


Mi impotencia surge del temor, un temor que se esconde tras el silencio de esta mirada; y mientras te miro, me pierdo en tus ojos, y tu ríes; y escarbas turbias aguas.


Juzgas mi frívola actitud, no sé si por inocente o por inconcecuente, pero mi ira va más de tus motivos elocuentes, de esos que haces alarde, aunque no lleguen a rozar mi instinto.


Cómo llamaremos la obra, siendo tu el mártir y yo, la ideóloga maquiavélica? Acaso... No, te toca a ti penasar un poco (al menos una vez), después de todo, tu eres el héroe en esta historia, y yo soy el papel que has escrito para vanagloriarte.


Si tan sólo buscaras mar adentro; deja el bote en la orilla y naufraga en mí. Visita todos mis recovecos y encontrarás lo que no sabías que perdiste: mi confianza... Ahora que has llegado a este lugar, ahoguemos pues, nuestras almas en sus designios; y demos rumbo a esta travesía mar adentro.


*En colaboración con Julia Díaz

1 comentario:

Lola dijo...

Hermana, usted recuerda el dia k escribimos esto??? estabamos en el Cole, fue en 4to verdad? Jajaja k pike tenia usted ese dia!!! Lo k no recuerdo es yo k tenia??? LOL