lunes, 24 de marzo de 2008

Carta Para Un Angel

Para tí, Abuela:
Hola!!!

Perdoname si tardé mucho para escribirte, pero es que a veces siento que mis palabras son tan insignificantes ante la presencia de tu espiritu. Eres mucho más que todo eso que dicen de tí.

Hasta ahora logro comprender ese adagio popular que dice que “nadie sabe lo que tiene sino hasta que lo ve perdido”, por que todo el tiempo que estuviste a mi lado, fueron pocas las veces en las que te dije que tan importante eras en mi vida; quizá no lo hice porque estabas a mi lado y nunca me detuve a pensar que algún día me faltarías. Aún así mis recuerdos te mantienen viva.

El amor que te tuve y que aún está vivo en mí, es tan inmenso que que no existen palabras para precisas para dimensionarlo, creo que empecé a quererte mucho antes de haber nacido; cuando cada mañana ibas a la iglesia a rogarle al Señor por mí, cuando pasabas horas rezando para que yo naciese niña.

Luego cuando al fín llegué a este mundo, pasabas largas horas frente a mi cuna; desde ese momento y talvez desde antes, fuiste mi protectora, quien velaba mis sueños, la que lloraba por mis sufrimientos.

Recuardo cuando era niña... como te encantaba jugar conmigo, apoyar mis travesuras y pasar las tardes contandome aquellas anéctotas sobre tu vida, aunque algunas me paresieran aventuras falaces.

El tiempo no perdona y los años fueron pasando y yo fui creciendo..., y tu fuiste envejeciendo, ya la infancia había acabado, ahora era un poco más mujer y me parecía más a tí.

¡¡¡Que irónica es la vida!!!, ahora era yo quien cuidaba de tí; quien te alimentaba, te bañaba, te vestía, te hacía cuentos y hasta te hablaba de tecnología; y aunque a veces no entendieses nada o no te importara lo que con tanta emoción venía a contarte, solo guardabas silencio y me escuchabas. Ahora parecías ser tú la niña; ahora era yo la que saltaba de emoción cuando lograbas recordarme y decir mi nombre.

Recuerdo aquel día (10/08/03), cuando entré a tu habitación y me reconociste al instante, supiste que era yo, tu nieta, la que tanto querías y tanto te quería a tí; pasamos toda la mañana jugando como cuando yo era una niña, ¿¿¿recuerdas???. Quien diría que sería la últiam vez que te vería sonreir. Luego me marché a casa, pero algo en mí sabía que tendría que volver, y regresé aquella tarde. Cómo imaginar que precisamente aquella tarde de labios de mi madre, iría yo a escuchar esas palabras que me aterraron tanto y que asesinaron una parte de mí.

--Se está muriendo Antonia!!! – Gritó mi madre--
Y me heché a correr hacia tu habitación y subí a tu cama para estar a tu lado,pero estabas fría, con los ojos cerrados y tu corazón a penas podía latir; te llamaba, pero parecías no escucharme, ya estaba ausente tu alma de tu cuerpo.

Desde ese día abandonaste el mundo de lo vivos, de los crueles, en donde debemos ser clentes VIP del Banco de Favores, o simplemente no somos nadie. Desde aquella tarde me dejaste sola y no dijiste adiós.

Sé, que aunque tu cuerpo no esté junto a mi, tu alma guía mi camino cual gurdián a su amo y tu espiritu está pintado en el mío con tinta indeleble.


Siempre Tuya,
Tu Nieta.

No hay comentarios: