martes, 11 de marzo de 2008

A tí... Madre



Te armaste de valor, te vestiste de fortaleza y comenzaste tu narrativa.
Desentumaste tu historia, tus cicatrices, que son tan tuyas que las curaste sola, te colgaste una armadura e iniciaste con aflicción tu hiriente semblanza.

Sentiste dolor, pero luego la paz llegó a ti; hurgaste en tu herida y entregaste tu verdad, puede que no haya sido un cuento de hadas, pero sí tu realidad.

Tan especial eres, que no eres perfecta para que ellos, tus hijos, puedan merecerte; tan sútil y batalladora, que a tus pies han de caer tus propias lágrimas, pero el coraje de mujer y de madre. jamás.

Muchos divorcian sus labios y juzgan tus actos, mas que equivocados están, porque "la pureza no está en el casto, ni la dignidad está marcada por el sexo" . Tu grandeza va más allá de los prejuicios banales, porque es en la mente donde tienen lugar los grandes pecados y virtudes del mundo; y en tu memoria, las batallas libradas ensombrecen tus faltas.
No somos tanto que no podemos ofrecer un poco más a quien nos dió tanto y sin mezquidad.

Hoy "SOMOS" , gracias a que ella, la que verdaderamente se le puede llamar MADRE, un buen día, conoció una verdad, y decidió luchar, y nos dió y nos da hasta sangrar... y nos ama hasta lacerar, sufrir. llorar de tanto amar.

1 comentario:

ney diazhenriquez dijo...

tan hermoso como sutil y fuerte, mis respetos para tan ardiente pluma.owo!